Apité hace hincapié en la diversidad autóctona pero no hay que desconocer la riqueza que dan las opciones mas bien criollas. Principalmente porque la gastronomía criolla mezcla ingredientes de origen latinoamericano que han dado no solo buenos platos rioplatenses sino también otros famosísimos de origen internacional.
Hoy hablaré del boniato, o camote (palabra de origen náhuatl camohtli, de indigenas mexicanos), o batata (palabra de origen taíno, de aborigenes de las islas de las Antillas), o en quechua se dice apichu.
Este tubérculo rico en almidón, fibra y provitaminas A, B1 y C, se cultiva según se entiende por hallazgos arqueológicos desde los 2500 a.C. en la zona de Centro América, y desde el 8000 a.C. en la zona sur-central de Perú.
El boniato forma parte de una hipótesis transoceánica. Y es que en las Islas Cook se han encontrado restos que datan del 1000 aproximadamente de nuestra era. Esto sería posible por un viaje de habitantes de la Polinesia que fueron hasta América y volvieron, o quizás al revés por el Inca Túpac Yupanqui que decía haber viajado a unas islas lejanas en busca de oro. Se imaginan allá por los mil y poco una barca en medio del Océano Pacífico?
Si ustedes no, un etnógrafo y aventurero Thor Heyerdahl sí. El noruego se fascinó con esta idea y junto con 5 locos más se subió a una balsa hecha de madera y otros material de la zona a la que le pusieron de nombre Kon-tiki. Como hay una película que cuenta toda esa travesía real no me voy a poner con los detalles y los invito a verla.
Verán que el boniato no solo es importante por su aporte nutricional, por su deliciosa presencia en platos de todo el continente, sino que también ha hecho historia y es para Apité un honor darle el valor que se merece y convertirlo en un dip para todos los días.
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